sábado, 23 de febrero de 2013

El elefante encadenado


Hoy quería compartir una metáfora que quizás alguno de vosotros ha leído en uno de los libros de Jorge Bucay, en sus libros se conoce como “El elefante encadenado”. Supongo que yo tendré mi propia versión y se estará utilizando para fines diferentes, pero aún así espero que os guste.

Un niño salía del circo junto a su padre, y a la salida vio un elefante atado tan solo por una pequeña cuerda, la cual estaba atada en el otro extremo a un pequeño palo hincado en el suelo. Al verlo, el niño pensó que cómo el elefante que es capaz de derribar paredes y arrancar árboles con tan sólo su trompa, estaba allí atado sin hacer nada para escapar.

Con tal enigma el niño le preguntó a su padre el por qué de aquella situación, a lo que su padre le contestó: “El elefante está domesticado”. No muy conforme con su respuesta siguió preguntando a algunas personas que andaban por allí: “El palo está bien sujeto al suelo” o “Está bien atado” fueron algunas de las respuestas que obtuvo, pero el niño seguía preguntándose como seguía atado con la fuerza que tiene un elefante. Por último el niño le preguntó a un anciano, a lo que respondió: “Simplemente el elefante lleva atado con esa cuerda desde que era pequeño, cuando aún no podía romperla y ser libre”. 

El elefante, no había probado a tirar ni siquiera un poco de la cuerda cuando ya tenía más fuerza. Simplemente, estaba allí atado, en un lugar donde le dan comida y lo cuidan. Quizás si rompiera la cuerda tendría que buscar la comida por sí solo y cuidarse el mismo, pero ese riesgo le asusta más que la comodidad de estar atado. Lo que quizás no sabe, es que si fuera libre seguramente sería más feliz.

No dejéis que algo simplemente por comodidad, porque siempre ha sido así o por miedo a lo desconocido os interfiera. Quizás con el cambio venga la felicidad.

Beatriz S.

jueves, 17 de enero de 2013

Metáfora del autobús


Después de tantas y tantas veces en las que se ha usado la metáfora del autobús de ACT en consulta creo que hoy es el día de compartirla para que alguno la haga suya y para que a mi misma no se me olvide y me la autoaplique.

Imagina que eres el conductor de un autobús con muchos pasajeros. Como en todos los autobuses hay pasajeros buenos y malos, estos pasajeros son pensamientos, sentimientos, recuerdos, etc. Algunos de estos pasajeros son muy desagradables y con una apariencia peligrosa.

Mientras conduces algunos de los pasajeros comienzan a amenazarte diciéndote lo que tienes que hacer, para donde tienes que ir e incluso pueden llegar a insultarte y desanimarte. Como te sientes muy mal haces lo que te dicen para que por un rato se vayan al fondo del autobús y te dejen tranquilo. 

Después de un tiempo vas a terminar cansado y vas a querer echarlos del autobús, pero no puedes y te enfrentas a ellos. Pero ¿Qué pasa? Que ya has dejado de conducir, estás estancado en el mismo lugar luchando con tus pasajeros sin llegar a ningún sitio. Así que como las discusiones no llegan a ninguna parte y no consigues echarlos, te resignas y vuelves a conducir donde ellos quieren. De esta forma, para que no te molesten y no te sientas mal empiezas a hacer todo lo que te dicen e incluso, puede llegar el día en que ni siquiera tengan que decirte a donde quieren ir, sino, que irás donde ellos quieren sin que tengan que decirte nada.

Sin tardar mucho llegas a justificar todo lo que haces afirmando que solo existe un camino, con la única excusa de, que si no haces lo que quieren empezarán de nuevo a molestarte con pensamientos, sentimientos, etc. Como a veces pueden ser muy fuertes esos pensamientos y sentimientos y te hacen mucho daño, aceptas el trato para que te dejen tranquilo y estén al final del autobús.

En este caso intentando mantener el control de los pasajeros has perdido la dirección del autobús. No dejes que tus malos pasajeros te digan como debes conducir tu autobús, puedes seguir conduciendo por donde tu quieres a pesar de llevar esos pasajeros. Ten en cuenta que unas veces van a estar mas presentes los buenos y otros los malos, pero tanto con unos como con otros puedes seguir conduciendo.

No dejes que el miedo, la inseguridad, la ansiedad o cualquier otro pasajero te impida conducir tu autobús que en este caso es tu vida.

Beatriz S.